Monday, June 06, 2005

2-Corazones en llo-lleo

A Gabriel, siendo un empresario exitoso, le pasaron dos cosas importantes. Una es que su padre se enfermó gravemente del corazón. Una enfermedad liquidadora al poco andar. Pero Gabriel no se conformó con ese diagnóstico y consiguió más y más opiniones en la colonia española. Y ahí surgió una esperanza: un pueblo del mundo con un microclima muy bueno para esa enfermedad cardíaca, y que por fortuna quedaba cerca de Santiago. El pueblo era Llo-lleo.

Así, Gabriel padre y su señora Catalina se instalaron en ese pueblo costero. Su hijo Gabriel los visitaba en auto los fines de semana y los abastecía con mercadería. Pero si bien el clima era bueno para el corazón, el viejo mallorquín estaba triste. Ana entonces tuvo su tercer hijo, el único de ojos azules de los 4 que tuvo en total. Ese niño se llamó Miguel.

Gabriel padre vio a Miguel y se encariñó tanto con él, que lo quiso llevar a vivir con él a llo-lleo, fue su condición para permanecer en ese pueblo, y por tanto para vivir. Así Miguel, niñito rubio y de ojos azules, ahora de buena familia, se crió jugando a la pelota en la playa con niños hijos de obreros, escuchando mallorquín y comiendo lo hecho por su abuela, que era comida de esa tierra.

Miguel fue así distinto a sus hermanos. Creció en otro aire, con otra gente, aprendió a cazar pájaros con su abuelo. Eso de levantarse al alba y estudiar a la presa... Y llegar con el botín que Catalina cocinaba.

Miguel iba a un colegio con niños distintos a él. Si bien había vecinos de buen vivir arraigados ahí por causas similares a ellos, o sea por problemas cardíacos y cuyos hijos o nietos eran compañeros de curso... la mayoría no era así. Eran niños más pobres de familias de pueblo... Cosas que con la vida pesarían por la diferencia, pero que entonces no se sentían.

Miguel iba a un colegio donde en una sala, que era el living de una casa, habían varios cursos a la vez. Y así, una profesora se percató de la habilidad de Miguel con los números. Pero también Miguel, el nieto de Don Ga, tenía otras gracias: memorizaba cosas, poemas y chistes que le contaba su abuelo.

La buena cabeza de Miguel era un don muy importante para el destino que su padre tenía para él, ir al mejor colegio de Chile, donde estudiaba su hermana mayor, el Instituto Nacional. Así, a los 9 años, Miguel entró al que sería su colegio toda la vida.

Desde entonces, su vida costera y pueblerina se transformó en una santiaguina. En el mejor barrio de la época, Ñuñoa, en una casa con diseños finos, como luces indirectas y cortinas de tercio pelo, ideas de Ana, claro.

Pero Miguel extrañaba su pueblo, sus abuelos y todo aquello. Por eso, todos los viernes viajaba en tren a llo-lleo y se quedaba hasta el domingo. Y ahí recibía el cariño incondicional de a quienes él consideraba sus padres.

En esos años en el Instituto, Miguel, además de las matemáticas, desarrolló la memoria para poemas y canciones, pese a que no era dotado para el canto. Pero sí para el baile. En un verano en llo-lleo, bailando rock and roll, Miguel conoció a Angélica. Una niña alta, bonita y morena que bailaba muy bien, ambos tenían 17 años.

Al año siguiente, Miguel si bien quería enseñar matemáticas, entró a Ingeniería Civil a la Universidad de Chile. Durante sus estudios, vino un golpe fuerte: murió su abuelo. Y su abuela quedó sola... Miguel siguió visitándola en los fines de semana y durante todo el verano, hasta que ella murió.

Gabriel, marido de Ana, y sus hijos eran miembros de la colonia española e iban al estadio. Ahí conocieron a Alfonso Lobato, un exitoso empresario. Alfonso tenía también un negocio familiar, era de origen asturiano, y tenía 5 hijos. La mayor se llamaba Katina, y era algo menor que Miguel.

Miguel tras tres años con Angélica había terminado con ella, y según su familia, necesitaba una niñita bien para pensar en casarse, y Katina era bonita y calificaba. Sólo que había un detalle, no era hija de Alfonso, sino sobrina. Aunque vivía en esa casa, como hija de ellos. Miguel y Katina se comprometieron.

Miguel y Alfonso forjaron una amistad importante en los 6 años de pololeo, tras ese tiempo, con Miguel recibido, la pareja se casó. Miguel fue de viaje de estudios a Europa y se enamoró en Praga de una hermosa checa, pero como ameritaban los tiempos, volvió a cumplir su deber de marido y la checa se quedó para siempre joven y bella en su memoria.

Al tiempo, Gabriel, sufrió un segundo y terrible golpe: un derrame cerebral que lo dejó inmovilizado del lado izquierdo. Le dijeron que jamás se recuperaría. Gabriel era tozudo, y deportista, no aceptaba eso. Debía hacer unos ejercicios de rehabilitación, 2 horas. Gabriel desde entonces, hizo 6 horas diarias, todos los días de su vida y tardó, pero se recuperó.

Los 4 hijos de Gabriel se casaron y tuvieron hijos y comenzaron a ir a veranear a llo-lleo. Entre ellos, Miguel, el que más quería esa casa, pues fue su casa. Miguel amaba ir a llo-lleo con Katina y sus tres hijas. Y así ocurrió varios veranos, hasta que la casa tuvo grandes problemas para el terremoto de 1985 y al poco andar cambió de dueños y los veranos a llo-lleo de Miguel y sus hijas dejaron de existir.

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